Estrella, lucero y sol

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Bueno, pues esto era de ser una vez un niño que vivía con su madre en la montaña y eran muy pobres, muy pobres y resulta que tenían tres cabras, y el niño, pues se llevaba las cabras para que… para darles de comer y se las llevaba por el campo y luego por la noche, venía a casa, y se alimentaban casi exclusivamente de la leche de las cabras y del… la vendían una poquita leche y ahí iban trampeando.

Bueno, pues un día qu’estaba con las cabras, por ahí, llega un señor muy bien puesto y le dice

– Mira, te cambio este perro que llevo por una de tus cabras.

Dice el chico

– ¡No señor!

Dice

– Sí, sí. Te la cambio. Te la doy. Ven que te… ¡vas a salir ganando!… ¡Hazme caso!

– Pero… pero, ¿qué hago yo con un perro?

– Pero… ¡Cámbiamelo, hazme caso!

Pero el perro era tan dócil y se iba con el niño… ¡era un perrazo grandísimo! y dice

– ¡Fíjate qué cacho animal… y lo que me quiere y me acaba de ver! ¡Pues hala!, llévese usté esta cabra y me quedo con el perro.

Conque llega por la noche a su casa

-¡Madre, mira, mira! He dado una cabra y fíjate qué perro más hermoso.

– ¡Aaaayy,  hijo mío, pero, ¿qué has hecho?! ¡Ayyy! nos buscas la perdición, una boca más a la casa  pero… ¿qué vamos hacer con el perro?

– Nada, madre, no te preocupes, que el perro lo alimento yo. No te preocupes.

Bueno, pues ya… pasaron 2 o 3 días y estaba el chiquillo con sus dos cabras y con el perro y… llega otra vez el señor… y le dice

– Mira, tengo otro perro -dice- este, no te dije ayer, se llamaba Sol, ¡No!, se llamaba Estrella (¿Cuál es el nombre primero, Estrella? Estrella, Estrella) -dice- este se llamaba Estrella y este, se llama Lucero – dice- es un perro muy dócil, y tan bueno como el primero -dice- y vas a  ver qué contento vas a estar con él, que te, que te… todo lo que tú quieras lo va a hacer.

– Pero, ¿qué hago yo con un perro? Pero… ¡Yo de un perro, no puedo vivir! Pero…

– Quédate con el perro, que me vas a… ¡Hazme caso! ¡Hazme caso!

Conque ya… tanto, tanto le habló, que el pobre le da su cabra y se queda con el perro.

Cuando llega a su casa, ¡ay, la madre!

– Pero ¡hijo mío!, pero… ¡estás tonto! pero, ¡este chico es tonto! mira que dos bocas a la casa… pos… ¡si somos  pocos!

Y dice

– Nada madre, no te preocupes, que esto ya no va a volver a pasar… Ahora verás que con la cabra me voy a espabilar y vas a ver que nos vamos a poder defender y además… ¡unos animales muy nobles! mira, ¡qué buenos son! ¡Qué dóciles!

Bueno, pues entonces dice

– Mira, si das esta cabra, no vuelvas a la casa,  ¡eh! ¡No vuelvas a la casa!

Conque a los dos o tres días, estaba el pobre en el campo con su cabra y con sus dos perretes… y llega otra vez este señor que tenía tan buena labia, que le cambia la cabra y le da otro perro.

Dice

– ¡Noooo!

Dice

– Este es mejor que los otros dos. Este se llama… El primero  se llama Estrella, el segundo, Sol -dice- todo lo que tú quieras que hagan -dice- lo van a hacer. Estos perros son tuyos -dice- tú eres el amo -dice- y todo lo que tú digas, ellos lo hacen y… tú, no te preocupes que vas a tener salvadas las espaldas.

(Porque en aquel tiempo, por los caminos, había muchas… muchos tramperos y había… ¡muchos bandidos! y el pobre chico… con los tres perros tenía mucha defensa.

Dice

– No te preocupes, que con estos perros tienes tú la vida.

Dice

– ¿La vida? Pero… si yo… ¡no puedo volver a mi casa!

Dice

– Pero tú… ¡no seas tonto! ¡Quédate con él!

Conque ya dice

– Bueno, pues… ¡llévese usté la cabra! Ya… ¡de perdíos… al río!

Conque le da… le da la cabra  y se va con los tres perros. Pero, ¡claro!, no puede ir a su casa. Conque , el pobre, en ver de irse en dirección a su casa, coge el camino en la otra dirección y… venga andar, y venga andar… y anda  que te andarás, y anda que te andarás y llega a un pueblo, ¿sabes? cerca ya de la costa, y resulta queee estaba… llegaba un  dragón, llegaba un ogro y tenían que prepararle, cada cierto tiempo… llegaba un ogro y tenían que prepararle, bien de comidas y bien de cosas y le tenían que dar una doncella… Total que dice

– Y este año le toca a la hija del rey.

Y entonces dice él, dice

– Bueno, y cómo…

Dice

– Nada, el rey ha dicho que le da la mitaz de su reino a quien consiga matarlo.

Bueno, pues entonces, viendo que llegaba la hora, el que allí nadie decía ni media, y que el ogro se iba a presentar, pues entonces llega oootro edicto del rey

«Al que mate al ogro, lo caso con mi hija y le doy el reino».

Conque estando el chiquillo allí, dice

– Pues y… ¿si lo intento con los perros?

Conque cuando llega el ogro, que llegaba por uno de los caminos y todo se lo tenían allí preparao, ¿sabes? pues entonces, le dice el niño

– ¡Estrella, Lucero y Sol, a ese! Salen los tres perros al ogro como fieras [Gestos] ¡Graaoooo, Graaaooo, Graaaaoooo! y lo matan.

Conque entonces ya

– ¡Aaaoyy qué bien que nos hemos librao del ogro! ¡Qué bien! ¡Qué bien!

Conque todos tan contentos, una fiesta grandísima. El rey muy bien pero… resultó que el rey no se acordaba qué había prometido, de la promesa, no se acordaba de la promesa y el pobre chico… pues allí se quedaba, que además estaba sin comer, estaba en una pensión y como no tenía dinero… estaba allí, en una posada… Y en la posada, como no tenía dinero, al pobre no le daban tampoco de comer.

Conque ya dice el chico

– Mira -le dice al primero de los perros, a Estrella le dice- mira, vas a ir al palacio y me vas a traer de lo que esté comiendo la reina.

Conque coge el perro y… ¡era un perroooo!

Tooel mundo

– ¡Eh, el perro, el perro…! ¡Que pase el perro! ¡Que pase el perro!

Pero… ¿quién paraba al perro? Pero nada, que con las lanzas y con las cosas le trataban de empujar, pero… ¿qué quieres?

¡Ni hablar! el perro saltaba lanzas y toas las cosas, y ya llega a donde está el convite y tenía la reina un pollo entero en el plato, conque llega el perro… l’echa la zarpa, coge su pollo y [gestos]… sale arreando. Tooel mundo

– ¡Eh!.¡Que se lleva el pollo!

Y detrás dél y… ¡nada, no lo alcanzan! se mete así, por las callejuelas, por las callejuelas, llega adonde está el chico… ¡el pollo! El chico coge un muslo y el resto se lo da al perro. Conque dice

– Pues… tienen qu’estar comiendo más cosas -dice- ¡Lucero, vete y me traes lo que está comiendo el rey!

Conque llega el rey y estaba comiéndose una paletilla de cordero. ¡Uyyy, qué paletilla de cordero se estaba comiendo el rey! Conque llega el perro y tampoco lo pueden parar, ¡claro!

Llega el perro al plato del rey, echa la zarpa y… ¡pumba! lo engancha con la boca y… que… ¿quién seguía al perro? El perro empieza a correr y todos…

– Pero… los lanceros… los¼ los de las flechas… tal.

Tooel mundo…

– ¡Nada!…

Ni hablar, allí no podían dar ni con el perro. Llega, coge él una chuleta y lo otro se lo echa al perro. Pero allí, nadie se daba por enterao, ni nadie venía… Y el chico dice

– Pues esto… lo tienen que saber.

Conque ya le dice

– Sol, vete y de lo que está comiendo la hija del rey, tú, me lo traes.

Conque estaba comiéndose unas natillas. Pues resulta que entonces…  ¿cómo le iba a traer las natillas? ¡Más difícil!

Coge un plato (porque era el más listo de toos los perros), coge su plato y con el plato en la boca, ¡pum,pum, pim, pum! pero iba más despacio, por no verterlas y entonces lo ,podían seguir…. Conque ya el rey, la reina, los alabarderos, todo el mundo detrás ¡A seguir al perro!

Conque ya llegan al callejón donde estaba el chico y dice

– ¿Tú eres el amo de los perros? ¿Estos estropicios estás haciendo al rey? ¿Te parece bonito?

Y dice

– Pues estos perros son los que os han librao del ogro y habéis dicho que dabais el reino y la mano de su hija.

Dice el rey

– Lleva razón -dice- Vente… pero es que nadie se ha presentao a reclamarlo – dice- Tú ¿Por què no te has  presentao?

Dice

– Como nadie decía nada…

Dice

– Pues… ¡hala! Vente al palacio a comer con nosotros y…

Colorín colorado,

este cuento se ha acabado.

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