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Èrase que se era,
el bien para quien lo quiera
y el mal,
para quien lo quiera buscar.
Pedro era un zagal alto, guapo, apuesto y como dice el cuento, muy, muy valiente, era hijo de unos leñadores de un lejano país. Él no quería ser leñador como su padre, él quería ver y conocer mundo… Entonces les dijo a sus padres:
_ Mira, me vais a echar el morral y me voy a ir por ahí a conocer, a conocer muchos sitios que yo no sé.
Bueno, sus padres se pusieron muy tristes, pero como querían mucho a su hijo, dijeron:
_ Bueno, pues te puedes marchar, pero con la condición de que, desde donde estés, siempre, siempre, siempre, nos mandes algún emisario o algo, que nosotros sepamos que tú estás bien y que tenemos un hijo que se acuerda de sus padres.
Pues Pedro cogió un camino, sin saber hacia donde iba. Comenzó a caminar, a caminar, a caminar… dormía en los árboles, comía entre los arbustos cuando tenía sueño… cuando fuese de día, se hacía un rollo en el césped o en… o entre los matorrales y allí pasaba la noche, el… allí pasaba el cansancio que él tenía y, cuando le parecía, pues caminaba sin rumbo fijo…
Bueno, pues Pedro, un día, no le ocurría nunca nada y no llegaba a ningún sitio, solamente observaba los paisajes bonitos, entonces dice:
_ ¡Mira, allí hay un frondoso bosque! Me voy allí, que allí deben ocurrir muchas cosas.
Se metió en el bosque y comen… y, ¡de pronto!, comenzó a oír un ruido muy grande, muy grande, como si viese una tormenta de cerca, pero no sabía lo que era y Pedro no tuvo miedo. Comenzó a ir hacia donde venía el ruido… De pronto, vio un montón de animales que se *avalanchaban, todos riñendo,
Encima de algo que él no veía… Cuàl no sería su sorpresa cuando, de pronto, los animales se quedaron parados al ver que alguien los observaba, y… y apareció un borrico muerto. Todos estaban peleando por el borrico y dice Pedro el Valiente:
_ ¡No os da vergüenza el escándalo que tenéis por un simple borrico!
Y dice un animal:
_ Pues resulta que todos queremos comernos el borrico, así es que todos queremos comernos el borrico y todos no queremos cederle el borrico a nadie… ¡Todos tenemos hambre!
Entonces Pedro, que era un ser que razonaba muy bien, y muy sensato, muy recto y muy justo, comenzó a pensar, a pensar… “Bueno, pues… ¿cómo haría para que los animales estos estuvieran conformes?” Entonces les dice:
_ ¿Sabéis lo que he pensado? Vamos a ver, si me dejáis a mí, yo os voy a repartir el borrico para que todos comáis y ninguno tangáis más que otro.
Bueno, todos conformes. Entonces comenzó a pensar… Ahora…
– ¡Mira! ¿Sabes lo que vamos a hacer?… Yo creo que la cabeza del borrico, se la vamos a, a, a dar a doña hormiga.
– _ ¡Hombre, es que es mucho! ¡Es mucha comida para ella!
– _ Ya… no es que sea mucha comida… La cabeza del borrico le va a servir también de casa. Cuando ella comience a comerse las cavidades del cráneo, tendrá una habitación… tendrá su casa, tendrá su comedor, tendrá… ¡Hasta, mira! Los ojos, le van a servir como ventana.
Ahora, entonces, la hormiguita se puso muy contenta y cogió la parte que le tocaba y comenzó a comerla.
_ Bueno, pues, ¿cómo repartiremos el resto del cuerpo?
_ Pues ya está ¡mira! Las extremidades, se las vamos a dar a las águilas, a las aves de carroña, ésas que son tan fuertes… ¡cómo el borrico tiene tanto tendón y las aves de carroña tienen esos picos que desgarran la cerne! Pues ellas tienen fuerza, entonces esa parte va a ser para ellas.
Bueno, pues las costillas, pues muy fácil se las vamos a dar al león. El león que tiene esos dientes tan grandes y tiene tanta fuerza… es capaz de romper las costillas.
Bueno, pues esto para vosotros.
Y así sucesivamente, fue repartiendo el resto del del borrico a los animales siguientes. Todos muy agradecidos le dieron las gracias a Pedro, y Pedro se despidió de los animales y cogió otro rumbo, un rumbo que no sabía dónde, dónde podría llegar… Y ¡de pronto! Cuando ya llevaba caminando, pues, así como dos horas, observó que alguien le perseguía… Pues entonces, sintió un poco de miedo porque dice:
_ Bueno, ¿qué… qué es este ruido tan grande? Y, y, y, y animales ya no es…
Volvió y era un águila grandísima, grandísima… Le llamó:
_ ¡Pedro, oye, escucha… tienes que volver otra vez!
Entonces Pedro dice:
_ ¡Madre mía! Pues, ¿ahora qué? Ahora que este quiere decir que se han comido el borrico y ahora, me van a… me van a comer a mí.
Entonces, lo agarró con sus garras, el águila, surcó los aires y, y llegó otra vez allí, donde estaban todos los animales. Entonces, el rey de la selva le dijo:
_ Mira, te has marchado y hemos pensado que tú mereces algo bueno. Estamos todos conformes con el reparto que nos has hecho y… entonces, como dices que ibas por ahí por esos mundos, pues el mundo tiene muchísimo peligro y nosotros lo sabemos por experiencia, así que, como agradecimiento al reparto tan justo que nos has hecho, hemos decidido darte un regalo.
El león se arrancó de su melena un trozo de pelo y le dijo:
_Mira, guarda esto en tu morral y cuando quieras convertirte en león, saca mi mechón, lo frotas fuerte contra tu cuerpo y te convertirás en un león tan valiente y tan fiero como soy yo.
Pues Pedro se puso muy contento y guardó el regalo del león.
El águila se arrancó una pluma de una de sus alas y le dice:
_ Mira, yo te voy a dar esta pluma. Cuando tú, en un momento de tu vida, decidas convertirte en águila, tendrás las mismas fuerzas y las mismas… tendrás la misma fuerza para surcar los aires, como yo.
Entonces la hormiguita dice:
_ Y yo ¿qué te voy a dar?… Pues mira, yo sí que te estoy agradecida, ¿sabes qué he pensado?… Que me vas a arrancar una patita, porque como me has dado, no una casa… ¡me has dado un palacio! Pues yo aún tengo otra patita para hacerme servir con ellas… así que arráncame una patita y cuando tú, en la vida, quieras convertirte en hormiga, sólo tendrás que coger la patita, frotarla contra tu cuerpo y te convertirás en hormiga.
Así que Pedro llenó el morral de todos los regalos de los animales. Volvió otra vez, se despidió de ellos y se marchó con ese montón de regalos. Dice Pedro:
_ ¿Qué voy a hacer con ellos? Bueno, pues mira, a lo mejor, me sirven para algo en la vida.
Continuó caminando, caminando y llegó, por fin, a un país dónde estaban, donde había muchos carteles… *El pueblo no había nadie por las calles y apenas había nadie y estaban todos muy tristes…
Entonces, Pedro pregunta:
Y dice una de las gentes.
_ ¡Ay! el rey está muy triste y con él, estamos todos nosotros, pues estamos temerosos, porque en este país, que fíjate, ¡con lo bonito que es!
Pues… tenemos muchísimo miedo a un dragón, a un… le llamamos el dragón de las siete cabezas. Ha *secuestrao a nuestra princesa, una de las veces que estaba jugando por el jardón; pues la ha *raptao y se la ha llevado a una cueva enorme que tiene y ya no nos la quiere dar. El rey se ha puesto muy triste y, si el rey está triste, nosotros, los vasallos, también lo estamos. No tenemos princesa y entonces, el reino se, se quedará sin flores, los pàjaros se irán a otro país, los ríos se secarán y las montañas se derrumbarán…
Entonces Pedro dice:
_ Pues esto sí que es un problema muy grande.
Bueno, comenzó a pensar, a pensar, y dice:
_ Pues mira, ¿está muy lejos la cueva del dragón de las siete cabezas?
Le *indicaron la gente dónde estaba. En una montaña allí, muy lejana… Entonces dice:
_ Pues mira, yo no tengo miedo y teniendo los regalos de mis amigos los animales, pues, ¡oye!, ¿por qué no probamos a ver? Vamos a ver si es cierto.
Entonces, el rey éste tenía otras… tenía otras dos hijas más. Una de las hijas era guapísima, guapísima y se llamaba María y, Pedro el Valiente fue, fue a decirle al rey que no se preocupase, que él miraría a ver si podía hacer algo para que la princesita volviese otra vez al castillo y volviese a reinar la alegría y los pájaros comenzasen a trinar y las flores comenzasen a vestirse de colores y las montañas comenzasen a vestirse con su manto verde, y los ríos comenzasen a, a, a surcar sus aguas.
Pues Pedro, como era tan guapo, se enamoró de la, de la princesa María, se armó de valor y corrió a la cueva del dragón de las siete cabezas y, entonces, el dragón estaba dormido, pero cuando se despertó y vio a Pedro ¡bueno! dice:
_ ¿Qué haces? Estás perturbando mi tranquilidad, ¿por qué vienes aquí?
Dice Pedro:
_ Mira, he venido, porque quiero salvar a la princesa.
Dice:
_¡Eso jamás! Tendrás que luchar con mis seis cabezas restantes y hay una cabeza que es la número siete, que ésa, ¡jamás podrás vencerla!
Entonces Pedro:
_ Bueno, pues mira, podemos probar a ver.
Comenzó a luchar, a luchar, a luchar con el dragón y no lo pudo vencer y se fue a su casa (digo a su casa) se fue al pueblo todo cansado, sin haber conseguido ni siquiera cortarle al dragón una de las cabezas.
Al día siguiente, otra vez, volvió por la mañana y comenzó otra vez a luchar y se acordó del morral que llevaba los recuerdos de los animales… entonces, cogió el mechón del, del león y comenzó a frotarle, a frotarle… dice:
_ ¡Que me convierta en león!
Se convirtió en león y su fuerza aumentó más y ya casi consiguió cortarle una cabeza al dragón, pero entonces… el dragón, casi ya estaba debilitado y el, y el, y el león todavía tenía fuerza… se acordó que si delante estuviese aquella princesa que se llamaba María, él aún tendría más valor y, entonces, cuando ya se terminaba el día, le dijo al dragón:
_ Si tuviera un pan caliente,
un vaso de vino fuerte
y un beso de la María,
la muerte te daría.
¡Adiós! ¡Hasta otro día
Entonces se convirtió otra vez en Pedro y volvió otra vez al pueblo.
A la mañana siguiente volvió otra vez a luchar, y… un pastor que había por allí, le dijo:
_ Oye, mira, yo tengo un vino muy rico que hace mi madre… ¿por qué no probamos a ver si con esos, si con un beso de la María y el vino que, que hace mi madre, podrías vences al dragón?
_ ¡Venga, pues vale!
Entonces llaman a la princesa… comenzaron a luchar, a luchar y ya, otra vez lo mismo:
_ Si tuviese un pan caliente,
un vaso de vino fuerte
y un beso de *la María,
la muerte te daría.
¡Adiós! ¡Hasta otro día!
Hablan con el rey y le explican que el vino caliente, (digo el vino de…) el vino fuerte, el beso de *la María, con l a fuerza del león, podría vencer. Entonces el rey le dejó que su hija fuese al pie de la montaña y… cuando despertó otra vez el dragón, empezó a luchar con Pedro. Pedro cogió, otra vez, el mechón de, de el león, se lo frotó, frotó fuertemente y entonces, se convirtió en león… comenzó a luchar, a luchar y, al final, cuando terminaba el día… dice:
_Si tuviera un pan caliente…
Entonces el pastorci… el león abrió la puer… abrió la boca, y le metió un pan caliente. Comenzó diciendo otra vez:
_ Un vaso de vino fuerte…
Y el pastorcico le dio el vaso de vino fuerte que le había dado su madre.
_ Y un beso de la María…
Y la princesa María le dio un beso al león.
_ La muerte te daría
Y, entonces, aumentó las fuerzas del león y luchó y le cortó las seis cabezas restantes; pero había una cabeza que ya no le pudo cortar.
Pues… ya el dragón quedó dormido, solamente quedó dormido con la séptima cabeza…
Pues cómo con sí, como… ¿cómo consí que iría otra vez Pedro a salvar a la princesita? Entonces, había una leyenda en el país, que decía que solamente, solamente la cabeza del dragón quedaría dormida para siempre con un huevo azul y… ¿dónde encontrar el huevo azul? Pedro comenzó a pensar, comenzó a pensar y dice:
_ Mira, voy a hacer una cosa, voy a hacer servir, otra vez… los regalos de mis amigos los, los animales.
Sacó la pluma del águila y dijo:
_¡Que me convierta en águila o, mejor, en ave de carroña!
Y, entonces, se convirtió en un hermoso buitre. El buitre, con su enorme pico y sus garra, comenzó a desgarrar las cabezas de los, de los dragones y, de pronto, en una de las cabeza del, del dragón, surgió una hermosa paloma, una paloma que comenzó a volar con una velocidad fantástica. Entonces, el avestruz dice:
_ ¡Que me convierta en águila!
Se convirtió en águila, comenzó “¡Brooo! ¡Brooo! Detrás, detrás de la paloma, hasta que la cogió. Cogió la paloma, la abrió y de la paloma surgió un huevo azul y, entonces, con el huevo azul, dijeron:
_ ¿Cómo… cómo me puedo acercar al… a la séptima cabeza del dragón?
Pues había una puerta infranqueable, pero, ¿por qué no? Estaba por la cerradura de la puerta… dice Pedro el Valiente:
_ ¡Que me convierta en hormiguita!
Sacó la pata de la hormiguita, la frotó con fuerza sobre su cuerpo y se convirtió en hormiguita; entonces, se metió por la cerradura de la, del, de las puertas de palacio del dragón y llegó hasta donde estaba él. Cogió el huevo y se lo rompió en un único ojo, que estaba cerrado, y que lo tenía en medio de la cabeza. Entonces se quedó parado, para siempre dormida la cabeza del dragón. Se metió para adentro, cogió a la princesa que estaba allí… ¡muerta de miedo!, la llevo al palacio, sus padres se pusieron muy contentos y dieron una fiesta enorme y grande y la rei… y la princesita María, que se había enamorado de Pedro el Valiente, le dijo a su padre, el rey, que se quería casar con Pedro y entonces Pedro, que estaba enamorado de la princesa, pero resulta que tenía miedo. Como él era de… era mucho más pobre que ella, pues no se lo quiso decir y la princesita le dijo que como era tan valiente, que dejaba el reino y se marchaba con él. Entonces le dijo que él tenía un secreto, que él se podía convertir en los animales que él quisiera… Bueno, pues dijo:
_ Pues vale, ¡que me convierta en águila!
La agarró con sus, con sus garras y se fue volando muy rápido, muy rápido, hacia el país de donde procedía Pedro el Valiente. Llegó a su casa, le contó la aventura a sus padres, sus padres, muy contentos, pues dieron el consentimiento para que se casase Pedro con ella y la llevó a su palacio, porque era muy bueno el rey, le hizo *un dote y también lo hizo rey de otras tierras que él tenía.
Fueron muy felices y aquel reino, que estaba siempre muy triste, renovó la alegría y todos contentos, comieron perdices y a mí me dieron con el plato en las narices.