El león

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Era una familia que tenían muchos hijos  y muchas hijas  y eran muy pobres, (entonces había más pobreza que hay hoy, ¡Gracias a Dios!), eran muy pobres y tenían… ¡Uy!  Conque ya, pues tuvieron un chico pequeño, era pequeño, pero tenían muchas hijas y las, las hijas se casaron: una con un pez, una con un carnero, las casaron y otra… con un pájaro. Y ya las casaron y ya, pues el chico pequeño que nació, pues las chi­cas, como se casaron con sus esposos no lo conocían, pero… vino un león y se llevó a la otra hija pequeña pa’ servir, porque no tenían na, estaban muy pobres, del too, y dice la madre

– Mira, pues ya nos hemos quedao con el pequeño solo… ya pues por ahi, trabajando, pues podremos salir -dijo la madre.

Conque ya el chico pequeño se hizo mayor, y d’esas cosas que riñen los chicos, ya eran mayores, estaban jugando en el juego pelota y fue otro y le dijo

– ¡Calla, cállate traspellao! (regañaron) -y dice- ¡Cállate traspellao! Que tu madre ha tenío que vender a toas las hijas por ahi porque no tenéis pa’ comer…

Conque va el muchacho tan furioso a su casa y dice

– …y una se la llevó un… por ahi mu largo, mu largo… casi fuera del mundo, con un león, porque no teníais, y le dio a  tu padre muchas perras.

– ¡Madre!

Dice

– ¿Qué pasa?

Dice

– ¿Es verdá esto que me han dicho?

Dice

– Sí hijo mío, si es verdá. Una se la llevó… vino un señor  -dice- y se la dimos a un… a un león y nos dio dinero pa’ comer y pa’ ir viviendo.

Dice

– ¡Mañana me voy a buscalas!

– ¡Muchacho, ¿ande vas a ir a buscalas? si no sabemos d’ellas na, ¿ande vamos a ir a buscalas? ¡No te vayas!

Dice

– Madre, que me voy mañana a buscalas y hasta que no las encuentre, no vuelvo a la casa.

Conque fue el chico y se fue. Conque ya dice que va andando, andando, dice, y llega y…y llega en ca’ una hermana y llamó, y dice la hermana

– ¡Uy! Tú no me conoces ¿verdá?

Dice

– Ni yo a ti tampoco, porque tú no estabas cuando yo nací  -dice – pero tú eres mi hermana la mayor, qu’estás casá con un carnero,¡no! con el pez, con el pez -dice- qu’estás casá con un pez.

Dice

– ¡Ay sí! -dice- sí.

Conque ya dice que cenó, se acostó allí el muchacho y dice

– ¿Ande vas?

Dice

– A buscar a nuestra hermana que vendió padre, nuestros padres, y voy a buscala y hasta que no la encuentre no  vuelvo a la casa.

Y ya dice que están almorzando y le dice el pez, le dice

– Toma esta raspa, y si en algún apuro te ves, dices: ¡Mi  cuñao pez me valga!

Bueno, pues ya se va y…

– Pues mira, -le dice la hermana- ahora tienes que andar otro tanto de… como has andao hasta aquí, porque está más largo que yo, y tienes, y allí tambiíen te vas amistar.

– Pues bueno.

Y ya el muchacho se fue y vio un punto. Andando, andando, hasta que llegó en ca’ el… el carnero, conque dice

– ¡Anda!, pos ¿ande vas por ahi, muchacho?

Aquella aún estaba cuando nació.

– Pos ¿ande voy? Pos a buscar a nuestra hermana, que vendieron nuestros padres y a ver…

– ¡Uy muchacho, si no la vas a encontrar! ¡Mia un león, allí  va a estar!

Dice

– ¡Que sí! ¡La tengo qu’encontrar!

Conque ya va y cenó allí con su familia y se acostó y too, y al otro día al almuerzo, dice qu’estan almorzando y dice

– Toma, ¿te vas hoy?

Dice

– Hombre claro, ahora mismo, en cuanto que almuerce.

Dice

– Pues toma, toma esta… toma un poco pelo de mi rabo, y si en algún apuro te ves, dices: ¡Mi cuñao carnero me valga!

Conque se lo guarda la bolsillo y dice

– Mira, ahora ya, tienes que andar otro tanto, hasta qu’encuentres a la del pájaro, qu’era la última.

Dice

– Pues bueno.

Conque toel día andando el muchacho otra vez, hasta que llega en ca’ su hermana y dice (la hermana)

– ¡Anda! pos… ¿ande estás por aquí?

Dice

– Pos a veros y a buscar a la otra, qu’he regañao con un vecino  allí, y me ha dicho que ha vendío padre a una hija y voy a buscala.

Dice

– ¡Muchacho, ya no la vas a encontrar!

Dice

– ¿Qué no?… ¡Yo la encontraré!

Y ya al otro día igual, ya desayunan, almuerzan y ya dice

– Me voy, me voy a ver si la encuentro.

Dice

– Pues tienes que llegar hasta que llegues al río -dice- y ya cruzas el río, un río que hay allí, está con el león con las cadenas.

Conque ya va y le dice el pájaro, le dice

– Toma -dice- si te ves en algún apuro, toma una pluma o dos y dices. ¡Mi cuñao pájaro me valga! y ya te vale.

Conque se fue y llegó ya hasta el río, pasó y llegó… y dice la hermana… Conque llama … dice

– ¿Me conoces? -dice- soy tu hermano. Y dice

– Pues chico, no te puedes quedar aquí, lo siento, porque el  león…-dice- Yo estoy mu bien, pero el león dice que » a carne humana huele y que aquí he metío algún hombre» y no te puedes quedar.

Dice

– Bueno pues, si no me quedo, que no me quede, tú le preguntas que cómo es su muerte, tú le preguntas que cómo es su muerte al león, a ver si lo podemos matar y te vienes con nosotros.

Dice

_ Bueno, yo se lo preguntaré.

– Aunque yo no pueda estar, tú lo escribes -dice- y luego tú  me das el papel y yo lo voy haciendo.

Dice

– Pos bueno.

Conque ya llega el león a cenar y dice [gestos de la narradora]

– ¡A carne humana huele! ¡A carne humana huele!

Iba arrastrando sus cadenas por el jardín. Y dice ella

– No, pues nada, sí, puede ser… un pobre que ha venío a la puerta y le’ dao un canterillo de pan y por eso te crees que…

– ¡A carne humana huele!

Conque ya dice ella

– ¡Uy, me tienes que decir… me tienes que decir!… ¿cómo es  tu muerte? porque a ver…

Dice el león, dice

– Pues no te lo digo.

Dice

– ¡Hombre, cómo no me los vas a decir!

Conque ya entre los dos hermanos pensaron y dice

– Pues te vas a casa y hasta unos días vienes, y a ver si yo  se lo puedo ir sacando, te lo escribo y luego lo haces.

Conque ya a otro día

– Anda, pues, ¿por qué no me lo dices? Si yo no salgo a ningún sitio, yo no hablo con nadie. A ver ¿por qué no me lo dices? si tenemos que morirnos los dos, a ver…

– Bueno, mira… mi muerte es… ¡Ya no te digo más!

Venía a otro día a comer…

– Mi muerte es… tienen que sacar una paloma… y ¡Ya no te  digo más!

– ¡Bueno, pos hijo! ¡Pos no vamos a tardar poco!

Conque al otro día venía y decía

– Mi muerte es… que salga una paloma del mar y esa paloma tiene que poner un huevo… y ya ¡no te digo más!

– ¡Pues chico, pues vaya una cansera! (Pero como sabe que las mujeres convencemos a los hombres). Si yo te guiso, te lavo, y yo no hablo con nadie ni na, ¡dímelo!

– Bueno, ya te lo voy a decir. Tienen que sacar una paloma del mar, y esa paloma volará por ahi y no la podrán coger y luego ese huevo es muy duro, muy duro y no lo pueden romper.

Y ella apuntaba. Conque ya, a los ocho días, vuelve el hermano y dice

– ¿Qué, ya te lo ha dicho?

Dice

– Sí.

Le da el papel. El hermano fue hasta el mar, pero la paloma no salía, entonces el hermano se acordó que tenía la raspa que le había dao su cuñao el pez y dijo

– «¡Mi cuñao pez me valga!»

Y todos los peces hicieron que la paloma saliera del mar.

Entonces el león estaba en el jardín arrastrando las cadenas y decía

– ¡Uy, cómo por decítelo ha sío mi perdición! Ves, ya están sacando buscando la paloma del mar…

Dice

– ¡Anda, eso que te lo figuras tú! Pos si yo no hablo con nadie, ¿quién se va a enterar? -dice- Yo nada d’eso, nada.

Al otro día venía a comer o a cenar.

– ¡Ya han sacao la paloma del mar, no la podían coger, pero ya la han cogido!

Al otro día

– ¡Ya han sacado la paloma del mar, pronto mi muerte… ya tengo la muerte segura!

Sí, porque salía y él se echaba la mano…»¡Mi cuñao pájaro me valga!» Y toos los pájaros le ayudaban, *arrodeaban a la paloma y, y ..

Y ya puso el pez\el huevo la paloma, y el huevo era muy duro (cuentos de los abuelos…) conque ya no podían romper el huevo, no podían claro, (dice que había dos huevos, decía mi abuelo, uno màs fino, que es el que… era la muerte y el otro…) Conque ya dice

– «¡Mi cuñao carnero me valga!»

Y toos los carneros a trompazos, rompieron el huevo, el gordo. Y ya él cogió el fino y se vino a la hermana y se lo dio, se lo dio a la hermana. Conque ya dijo

– Eso ya nos encargamos de que lo hagas tú.

El muchacho se fue por las afueras y ella l’echaba de comer. El león iba y decía

– ¡Ves, ya tengo la muerte segura.Ya han sacao el huevo, ya han roto el gordo ya… ves… ya no te digo más porque ya  tengo la muerte segura!

Y ella

– ¡Uy no, hombre, no! ¿Cómo vas a tener la muerte segura?

Una noche ella se quedó planchando y él dice (el león)

– Me voy acostar.

Y ella se quedó planchando, dice

– Y ahora a ver como lo voy a engañar para lavalo y peinalo!

Pero antes de acostase el león dijo

– ¡Ya tengo el huevo en casa, ya pronto tengo la muerte segura!

Dice

– ¡Pero que la vas a tener, si yo no hablo con nadie ni nada, eso es que te lo figuras tú!

Conque ya a los dos días de estar el huevo allí, ya le dice un día, le dice

– ¡Uy chico! Tengo que lavate la cara y peinate, porque llevas unas melenas! que te tengo que peinar y lava.

Dice el león

– ¡No, qu’es la muerte segura. No quiero que me laves ni me paines, qu’es la muerte segura!

Dice

– ¡Anda, anda, anda! que yo no hablo con nadie, ni salgo con nadie. Figuraciones tuyas.

Conque ya un día dice

– ¡Ea! si te empeñas… Conque lo lavó y est… y le estampó [gestos] el huevo en la frente y se cayó muerto.

Ya abrió la puerta y entró el hermano y dice que tenía allí, él era una persona encantada, y dice que ¡tenían allí de comida!… de too bueno… de dinero… de cadenas…

Y se fueron a su casa con sus padres, vivieron felices, comien­do perdices y a nosotros nos dieron con el plato en las nari­ces.

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