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Pues esto era de ser una vez un príncipe que vivía en su palacio, y estaba en la ventana de su palacio, que daba a la plaza del pueblo… Y resulta de que en la plaza del pueblo, había una fuente que manaba aceite… y resulta que… la tenían cerrada porque eso… tenía que… y había una viejecita, ¿sabes? Bueno, esa fuente es que caía… no cerraba bien y caían unas gotitas, y había una viejina, ¿sabes? con un… una cáscara de nuez que las… que la ponía debajo de la fuente y, en una botelleja, la iba echando.
Estaba el hijo del rey en su ventana y la estaba mirando y dice
– Ahora verás.
Le gustaba gastar bromas muy pesadas. Y entonces, cogió con un tirachinas y le… ¡Zas! tiró y le rompió la botella. Se vuelve la vieja y le dice
-¡Ojalá y te diera un dolor de tripa que no se te quitara hasta que no comieras las tres naranjitas de la buena virtú! Pos bueno, pues empieza el hijo del rey
– ¡Ayyy mi tripa! ¡Ayyyy mi tripa, Ayyyy! [La narradora hace gestos de dolor y modula la voz] -Inmediatamente- ¡Ayyy mi tripa!
Y toel mundo llega, llegan toos los criados, la madre, el rey, toel mundo…
– Pero bueno, pero, ¿qué le pasa?… Nada, ¡que venga el médico real!
-Pero… ¿qué le pasa? ¡Una purga! ¡Un no sé qué!
Venga ‘atenderlo toel mundo.
-¡Pues que vengan médicos de otros reinos!
Nada, no se le quitaba, y… cada vez peor.
– ¡Ayyy lo que me duele! ¡Ay, qué dolor más grande! ¡Ay, qué dolor de tripa!
Conque entonces, uno de los criados le dice a… le dice a la reina
– Mirar señora… esto pasó: estaba en la ventana y le ha dicho esto una vieja.
Conque entonces dice:
– ¡Pos que traigan inmediatamente a la vieja! ¡Que la traigan enseguida!
Conque llega la vieja, y le… llega la vieja y le dice la reina
– ¡Pero, mujer, pero, ¿cómo has hecho esto?!
Y dice
– ¡Porque ha sido malo! Ha tenido mala idea y me ha roto la botella!
Dice
– Bueno, y entonces… ¿cómo lo vamos a solucionar? -dice-
¿Cómo le podemos quitar la trip… el dolor de tripa?
Dice
– No se lo podemos quitar hasta que no se coma las tres naranjitas de la buena virtú.
– Bueno pues, ¿dónde están esas naranjitas?
– Esas naranjitas están en el jardín del fin del mundo.
Dice
– Pero bueno y eso,,, ¿cómo es?
Dice
– Pues nada, coger el camino y andando, andando, andando…
– Pues enseguida, inmediatamente… a ver, que vengan los lacayos, una carroza real…
[La narradora habla con precipitación]
Dice
-¡No, no, no, no! Pero… ¿qué dice? Tiene que ir solo.
– Pero… ¿solo?
– Solo en su caballo.
Conque ya… se levanta el pobre de la cama y, y, y… se monta en su caballo -casi no podía ir- Monta en el caballo y ¡Tocotó, tocotó! anda que te andarás, anda que te andarás!
– ¡Arrggg la tripa!
Pasaba un pueblo, otro pueblo, otro pueblo… conque ya llega al fin del mundo que había un gran jardín [Ah, y le dice la vieja : – En el centro del jardín, hay un naranjo, todas las naranjas son de oro, menos tres… que son normales]
Conque ya llega al jardín del fin del mundo y se… y busca el naranjo… Llega al centro del jardín y está el naranjo… Efectivamente, ¡todas las naranjas eran de oro, menos esas tres! Ya no podía más, iba casi doblao, y le dice… llega él al, al este y se acerca, alarga la mano y coge una naranja, y se le quita un poquito el dolor de tripa, y coge otra naranja y se le quita otro poquito el dolor de tripa… Coge otra naranja y… ¡el dolor de tripa que se le ha quitao! y él tan contento. Se guarda sus naranjas en una bolseja, se las cuelga así [La informante hace los gestos correspondientes a la acción de guardar] en la cintura, se monta en su caballo y… ¡Toc, toc! andando
Otra vez a pasar los pueblos, como hacía mucho calor, resulta que tenía se y dice
– ¿Y si me abro otra naranja y me la como?
Pues saca una navajilla, abre la naranja… ¡Chica! nada más abrir la naranja… aparece una señorita guapísima, pero… ¡guapísima! y le dice… bueno, tenía un vestido que era todo como… como de estrellas… y ella era morena… ¡guapísima!
Y le dice
– ¿Tienes agua para lavarme?
Dice él
– Pues no, no.
– ¿Y peine para peinarme?
– No, no, tampoco.
– ¿Ni una toalla para…?
– No, no, tampoco.
– Pues me vuelvo a mi naranjal.
¡Psssch! Y desapareció.
Bueno, pues entonces él sigue andando… andando, andando, andando y ya llega a un pueblo, él ya bebe agua, sigue andando y resulta de que otra vez l’entra ¨se y dice
– Pues voy abrir otra naranja.
Abre otra naranja y apa… y sale otra señorita ¡guapísima!, más guapa que la primera, con un pelo cobrizo precioso y tenía un vestido, pero preciosísimo, que tenía como una media luna en el centro, ¿sabes? y entonces le dice a él.
– ¿Tienes agua para lavarme?
Dice él
– Pues… no, no tengo na más qu’esta botelleja que m’he traído
– ¿Y tienes peine para peinarme?
– No, no.
-¿Y jabón?… ¿tampoco? ¿Ni toalla?
– No, no, no.
– Pues… me vuelvo a mi naranjal
¡Plas! [La narradora da una palmada]
Bueno, pues ya… picao de la curiosidá dice
– Pues en el próximo pueblo.
Llega al próximo pueblo, compra todos los aderezos y cuando va por el camino… ¡Abre la tercera naranja… y abre a la tercera naranja! y sale una señorita ¡Guapísima!¡ Más guapa que ninguna! Tenía un vestido que tenía un sol y ella era rubia y preciosa… ¡un pelo largo, bonito y abundante y muy fina de cara!… y le dice
– ¿Tienes agua para lavarme?
Dice
– Sí, toma.
Dice
– ¿Y jabón?
– También, toma.
– ¿Y toalla?
Dice
– También, toma.
– ¿Y peine para peinarme?
Dice
– Sí, aquí tengo uno. Toma.
Dice
– Pues entonces, si quieres, puedo ser tu esposa.
Conque ya dice él, contentísimo -una chica tan guapa- dice
– Pues al reino que me la llevo.
Conque se va con su caballo, se van los dos, llegan al reino… y cuando llegan a la plaza, pues le dice el rey, el príncipe.
– Mira, como de todo esto no sabe mi familia nada, pues mejor es que tú te quedes aquí en la plaza, sentada en este banco y yo voy a avisar a mi padre, voy a decirle que te he traído y que vengo bien.
Conque ella se queda allí sentada, y resulta que todo esto lo había oído una de allí del pueblo que estaba enamorada del hijo del rey y dice
– ¡Uy, pues esta no se va a casar con él!
Conque consulta a una vieja bruja y le dice
– Mira, si quieres métele un agujón (le da dos agujones)
-dice- cuando la estés peinando, le metes un agujón en la oreja -dice- y verás lo que pasa.
Conque llega a la plaza corriendo y está todavía allí sentada y le dice
– ¡Uy, -dice- qué pelos tienes! -dice- creo que vas a ser presentada al rey.
Dice
– Pues sí.
Dice
– Mira, ¿quieres que te peine?
Dice
– Bueno (porque era muy buena, era una niña muy buena).
Dice
– ¿Quieres que te peine?
Dice ella
– Bueno, bueno, pues peíname
Conque saca un peine y la está peinando y hace… ¡Pum! y le metete un agujón por la oreja, por el oído y se cuerpo en paloma y medio cuerpo en mujer. Conque la está peinando el otro lao y ¡Pooamba! l’entra el otro y se convierte en una paloma blanca preciosa! y sale volando…
Conque cuando viene ya el hijo del rey… que ya viene con su séquito y viene pues con toda la pompa y viene con el rey a buscarla, bajan todos y resulta que está… ¡ella! y dicen
– ¡Uyyy, ¿no has visto una mujer?!
Dice
– Pero… ¡si soy yo!
Dice
– Pero… ¡tú que vas a ser! Si ella era rubia y tú eres muy morena.
Dice
– Es que me has dejao mucho tiempo al sol.
Conque entonces dice él
– Bueno… pues será esta. (El hijo del rey debía ser tonto)
Conque entonces se la lleva para casarse… Conque ya están en el… en la invitación, en el, en el banquete; están en el banquete, y están comiendo y… ¡de pronto!… pasa por la ventana de palacio una paloma blanca… Llega a la copa del rey y bebe un poquito, llega a la copa de la mala y se hace pis… y ella
[La narradora hace gestos y modula la voz]
– ¡Uyyy que paloma más antipática! (Además es que l’había conocido) ¡Ay que paloma más antipática! Pero… ¡que se lleven a esta paloma! Pero… ¡qué hace esto aquí! ¡Que se la lleven! ¡Que se la lleven!
Y, y… asustándola para que se marchara. Y ya consiguen que se marche. Pero, llega al rato otra vez, llega al plato del hijo del rey y come un poquito. Llega al plato de la «mala» y se hace caca.
– ¡Ay qué paloma! ¡Pero esta paloma! ¡Pero llevarla, pero esta cochina, pero que la maten, que la maten, que la maten!
Conque ya dice el hijo del rey
– ¡Ay, pobrecita, ¿no te da pena? ¡Mira qué dócil es… si la puedo yo tener en la mano!
Conque la está acariciando a la paloma… y de pronto dice
– ¡Uy! ¿Pero qué es esto duro que tiene?
Le tira de ello, del agujón, y se queda convertida, medio cuerpo en mujer y medio cuerpo en paloma. Dice
– ¡Uhh, pues en el otro lao tiene que tener otro!
Saca… y se queda convertida en ella. Dice
– ¡¡Esta es padre, la que yo me quería casar con ella!!
Dice
– Es que ella me peinó y entonces, me metió los agujones.
Dice
-Pues de mi reino… ¡desterrada!
Dice
– Y ahora me caso contigo.
Y colorín colorado,
este cuento se ha acabado.