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Bueno, pues esto era un matrimonio que tenía tres hijos y ya se va, y dice el mayor
– Yo me voy a buscar aventuras.
Y se fue por ahi a buscar… Y estuvo trabajando en una herrería, y ya, pues, se pasan unos cuantos años, y dice
– Bueno, pues voy a ir a ver a mis padres.
Dice
– Hombre, pues sí. Pues mira hombre, por lo bien que te has portao, (aparte de *pagale todo lo que había ganao con su sueldo) -el herrero dice- Te voy a hacer una gran regalo.
Dice
– Hombre, pues bien.
Y le dio un burro que cagaba oro.
Dice
– Tù, cuando necesites dinero, no ties que hacer más que…
¡Burro, caga oro!
Bueno, pues empezó… o sea, pues ya llega… y de allí a su pueblo, tuvo que hacer noche en una posada, dice…y lo mete…
Dice
– ¡Mete el burro en la cuadra!
Dice
– ¡No! Es que este burro -dice- no puede estar así, en cualquier sitio ¡eh! -dice- porque es que este burro, ¡caga oro!
– ¡Vamos a verlo!
Pues le dice
– ¡Pum! ¡Burro, caga oro!
Claro, y empezó a cagar oro.
– Pues nada, mételo aquí en una… en aparte, en una habitación aparte, aquí…
(¡Mia qué, el burro, cómo un marqués!) Bueno, pues, por la noche, mientras estaba durmiendo… ¿qué hizo el posadero?
Se lo cambió… le puso otro burro.
Bueno, pues ya, a otro día, él, tan contento, llega a su casa.
– ¿Qué tal?
– ¡Uy, bien!
La alegría esa de un hijo, cinco años fuera, y toas esas cosas. Dice
– ¡*Mia, traigo una cosa maravillosa, que vamos a ser ricos!
Reúne a la madre, al padre y a toa la familia y pone… y dice
– ¡Ponga usté aquí una manta, madre!
Pone el burro encima la manta y dice
– ¡Burro, caga oro!
Y el burro no cagaba oro. Hasta que ya, se cagó el burro, pues… lo normal. ¡Uh, cómo lo pusieron al pobre! Bueno… ya de tonto y toas esas cosas. Bueno, pues así sigue la cosa…
Conque al año siguiente dice el del medio
– Pues yo me voy a buscar aventuras también por ahi.
Se fue y…a trabajar en una carpintería. Estuvo allí otros cinco años y dice
– Mire, ya llevo bastante tiempo y, yo me voy a ver a mis padres.
Y dice
– Pues nada, bueno -dice- Pues te voy a hacer un regalo…
Y le hizo una mesa doblada, y dice
– Tú no tienes más que ponerle las patas bien derechas, pones la mesa (Igual qu’estas de camping que se tiene ahora) y -dice- no tienes que hacer, más que… «¡Preséntame los mejores manjares!»
Por la mitá el camino, pos va y lo prueba…
– ¡Bueno, estupendo!
Cierra otra vez. Tirando y llega a la misma posá… dice
– Vengo a quedame aquí a dormir.
Dice… dice
– Bueno, y… ¿qué va a cenar y a comer?
Dice
– ¡No, no!… A mí no me hace falta que me ponga de comer nadie.
Dice
– Hombre, ¿por qué?
Dice
– Hombre, -dice- ¡No, no! Si yo traigo una mesa que… pasa esto, y además, os voy a invitar esta noche.
Pone la mesa y dice
– ¡Mesa, cúbrete de los mejores manjares!
Y allí aparecen toos los mejores manjares.
Bueno, pues ya, mientras que está duemiendo, ¿qué hace? Le cambia la mesa el posadero… ¡Mecachis la mar! …
A otro día, coge la mesa, llega allí, a su casa tan contento con sus hermanos y too ese tinglao. Cuando llega, y dice
– ¡Os traigo una cosa!
– ¡Uy, madre mía! ¡A ver si va a ser la de tu hermano!
Dice
– ¡Qué va! ¡Qué va! ¡Qué va a ser como lo de mi hermano!
Arreúnen allí a toda la familia y a vecinos de allí del pueblo… y dice
– ¡Mesa, llénate de manjares!
Y la mesa no se llenaba de manjares ni náa, y dice el padre, dice
– ¡Ya tenemos otro tonto igual que el otro!
Bueno, pues ya se queda así la cosa. Al poco tiempo, dice el pequeño
– Me voy a correr aventura
Y se va a trabajar en casa de un carpintero también; está cinco años, está los cinco años y dice
– Pos voy a ver a mi familia.
– Nada ¡Vale, vale! -dice- Mira, te voy a regalar un, una… te voy hacer un regalo.
Y le da un saco con un palo. Dice
– Mira, cuando te veas en apuros, no tienes más que decir
«¡Palo, sal del saco!»
Conque llega mitá el camino, y había allí, unos cuantos pinos, y dice
– ¡Palo, sal del saco!
Se lía el palo a darle palos a los pinos ¡Pim, pam!
– ¡Palo, vuelve al saco!
Conque llega allí, a la posá, dice
– Que vengo a quedame aquí -dice- pa’ dormir -dice- que voy a tal sitio -dice- y tengo que hacer aquí noche.
– Bueno, vale.
Ese, no dijo naa. Cuando… ¡Pum! la merienda… pone el posadero la mesa y dice
– ¡Mesa, llénate de manjares!
El tío se traga la partida y luego mira por allí, y ve que hay en una habitación así, aparte, un burro, y dice
– ¿Pues, cómo es que este burro lo tiene usté aquí… y no está con los demás?
Dice
– ¡Uy, muchacho! es que este burro que tengo es muy sagrao, este burro… -dice- además, este burro -dice- ¡Caga oro!
Dice
– ¡Anda, anda! ¿Usté se cree que me va a venir a mí con cuentos? ¡Eso no se lo cree nadie!
– Prueba a ver.
Puso allí una manta y dice
– ¡Burro, caga oro!
Se acuestan. A medianoche se levanta, llega a la cama donde está el posadero y dice
– ¡Palo, sal del saco!
Se lía a palos con el posadero y dice
– ¡Déme usté el burro ese y la mesa!
Y dice
– ¡No, que no sé qué, que no sé cuántas!
Y el palo, dándole palos, y dice
– Mientras no me los dé, el palo no va a dejar.
Y ya lo convence y dice
– ¡Palo, vuelve al saco!
Le da su burro y su mesa… ¡a su pueblo!
Llega allí, pues… la alegría de toas esas cosas. Conque llega y dice
– Bueno madre, saque usté una manta.
Reúne a toos los vecinos y familiares, se pones, mete al burro encima la manta y dice
– ¡Burro, caga oro!
Y empieza a cagar oro. Y dice el hermano mayor.
– ¡Este era el burro mío!
Dice
– ¡Ya lo sé! -dice- Y ahora que habís visto el burro, vamos a cenar.
Saca la mesa y dice
– ¡Mesa, llénate de manjares!
Dice
– Bueno -dice el padre- y a ti, ¿qué regalo te han hecho?
Dice
– ¿A mí? -dice- ¡Ya verá qué regalo me han hecho!
Dice
– ¡Palo, sal del saco a *dale palos a los dos hermanos!
¡Pim, pam, por tontos!
Y ya dice
– ¡Vale. Esto para que escarmentís!
¡Vale! Y ya se ha terminao.